viernes, 15 de octubre de 2010

En la década de los 20, soplaron con fuerza los vientos regeneradores del vanguardismo estético en Europa. A este movimiento pertenecieron personalidades españolas de excepción como Pablo Picasso, Salvador Dalí y Luis Buñuel. La obra del primero estuvo íntimamente ligada a sus raíces españolas y a un temperamento barroco y lleno de excesos y contrastes, que era lo que parecía caracterizar al arte español. Fue Picasso quien, con el estilo cubista, escribió la primera página de la pintura del siglo XX. Los admiradores de este pintor malagueño pueden apreciar en el Museo de Arte Reina Sofía de Madrid su Guernica, el retrato del horror del bombardeo nazi sobre un refugio vasco durante la Guerra Civil. En Barcelona, los amantes del arte pueden visitar la calle Aviño, la simbólica cuna del cubismo representada por Las Señoritas de Avignon. Existe también un estupendo Museo Picasso en el centro del Barrio Gótico que recoge algunas de sus obras de juventud y muchos grabados y series de pinturas inspiradas en Las Meninas de Velázquez.
Madrid fue el lugar de nacimiento del cubista Juan Gris que supo reducir los objetos que pintaba a su masa cromática y propiedades geométricas esenciales. Y Cataluña puede presumir de la paternidad de Juan Miró, el maestro del surrealismo, un hombre profundamente poético y original y con un estilo infantil que traiciona su sabia visión. Una gran parte de su obra se exhibe en la Fundación Miró de Barcelona, alojada en un espléndido edificio diseñado por el arquitecto Josep Luis Sert.
También asociado con el surrealismo está Salvador Dalí, artista excepcional que gustaba de provocar la sensibilidad burguesa con gestos escandalosos y calculados. Dalí había vivido con Luis Buñuel y Federico García Lorca en la Residencia de Estudiantes de Madrid en los años 20. Esta institución, enormemente importante por su ambiente intelectual y su gran fertilidad artística, es todavía un centro cultural floreciente y la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fue allí donde nació el grupo de poetas conocido como la Generación del 27.
Por primera vez desde principios del siglo XVII coincidieron en España un grupo de talentos líricos eminentes: Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Rafael Alberti, el ganador del Premio Nobel Vicente Alexandre, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Gerardo Diego,... Desde un punto de vista cultural, la Generación del 27 representó una ocasión única en la que las impresiones que imperaban eran una actitud descuidada de la vanguardia, la ilusión del arte modernista y el optimismo del Viejo Continente de entre guerras. En España, esta atmósfera floreció efímeramente en el ambiente impetuoso que se creó con la proclamación de la Segunda República. Los artistas jóvenes se sentían extasiados con el mundo del cine, las "luces de la ciudad", la ruptura con la burguesía, el arte del realismo y la ilusión de una revolución política y estética.
Años más tarde, todos ellos sufrirían las tremendas heridas de la Guerra Civil. Federico García Lorca fue asesinado por los nacionalistas y su dramática muerte simbolizó la de toda una generación creadora. Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas, Jorge Guillen, Rosa Chacel y María Zambrano se vieron forzados al exilio. Su poesía, que había traído a la lírica española el ideal de perfección de la "poesía pura", se volvió más temporal, más reflexiva.

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